En esta etapa vital el tiempo dedicado a las comidas, el respeto a las horas de ingesta, el “orden” a la hora de tomar los alimentos no suelen ser los más idóneos.
Las razones pueden ser varias pero son pocos los jóvenes que tienen en cuenta una nutrición adecuada, incluso cuando tratan de controlar su peso y volumen corporal. La juventud es una etapa de transición entre la adolescencia y la edad madura y lo habitual, a menos que en casa haya comida preparada, es que las comidas no tengan un horario fijo, que se tomen casi en cualquier parte, incluso por la calle, y que sean sencillas, económicas y cómodas de preparar y de llevar. Lo más importante es no romper el ritmo diario de actividad.
Por estas razones las pizzas, las hamburguesas, los bocadillos o la comida china, acompañadas de una esporádica ensalada, suelen ser algunas de las opciones más habituales entre los jóvenes cuando no comen en familia.
Es muy importante tratar de respetar las cinco comidas diarias y que sean lo más variadas posible, además de tomar entre seis y ocho vasos de agua diarios. Para ello no hay porqué renunciar a algunos de los alimentos favoritos de los jóvenes, como las pizzas, pero hay que tratar de combinarlas sabiamente. Por ejemplo, se puede tomar media pizza para comer acompañada de una ensalada, un zumo de frutas y una pieza de fruta de postre o un yogur.
En primer lugar, cada mañana hay que tomar un desayuno completo. Si no hay tiempo, se puede ingerir leche con café ó cacao y galletas y llevar un pequeño bocadillo y una fruta para más tarde.
Si se está en casa y hay que prepararse la comida, una buena opción de primero es la pasta aliñada con un poco de perejil, ajo y aceite, un plato mediterráneo y delicioso. De segundo, una chuleta de cerdo a la plancha con una guarnición de verduras que se puede saltear en la misma sartén en que se ha hecho el filete. De postre, un yogur. Este menú se hace en menos de 20 minutos, es muy saludable y “respeta el bolsillo”.
Otro menú que tiene mucho éxito es el arroz a la cubana. La combinación de arroz blanco, huevo frito, salsa de tomate y plátano funciona de maravilla como plato único pero conviene acompañarlo con una ensalada vegetal y una fruta de postre o un yogur.
En la merienda, se puede sustituir la bollería por un puñado de frutos secos como nueces, almendras o avellanas.
En la cena, al menos un par de veces por semana, hay que tratar de introducir el pescado. Unos calamares a la romana con una guarnición de tomate aliñado con aceite de oliva o unas sardinas a la plancha con ensalada son una opción saludable y deliciosa. También van bien todo tipo de ensaladas, las tortillas de patata o francesa y las carnes blancas.
Después de cenar hay que seguir una recomendación básica: no irse inmediatamente a dormir. Es muy importante hacer antes la digestión; el cuerpo descansará mejor y se evitará acumular algún kilo de más.
No hace falta… eliminar de la dieta los aperitivos como las patatas fritas, los ganchitos, las barritas dulces, etc., pero hay que tratar de limitarlos. Si su consumo es diario lo mejor es que se reduzca a semanal. A la larga el cuerpo lo notará.
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