Los beneficios de los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 (EPA/DHA) han sido estudiados durante más de 30 años, pero solo durante la última década se ha comprobado clínicamente sus efectos positivos en nuestro organismo.
Y es que el consumo habitual de este tipo de grasas, que se encuentran principalmente en el pescado azul (como el jurel, el salmón y el atún) y en algunos alimentos enriquecidos en Omega 3, mejoran la salud cardiovascular, ayudan a prevenir algunos tipos de cáncer, desempeñan un papel fundamental en la función pulmonar, y favorecen el adecuado desarrollo del sistema nervioso de los bebés en gestación, entre otros grandes beneficios.
No es de extrañar entonces que estos ácidos grasos sean denominados “esenciales”, ya que nuestro organismo no los puede producir y deben ser aportados necesariamente por la alimentación.
De acuerdo a estudios recientes, las personas que consumen regularmente alimentos que contengan este tipo de grasas reducen hasta en 30% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, evitan la formación de trombos (coágulos sanguíneos), aumentan la vasodilatación, y previenen las arritmias y la muerte súbita. Su ingesta reduce también el colesterol malo (LDL), aumenta el colesterol bueno (HDL), y disminuye el nivel de triglicéridos en la sangre.
Respecto a la reducción del crecimiento de células cancerígenas, el consumo regular de grasas omega 3 se asocia, principalmente, con la prevención del cáncer de mama, próstata y colon.
Por otra parte, este tipo de ácidos grasos juega también un importante rol en la función respiratoria de personas sanas, así como en la de individuos que padecen enfermedades pulmonares inflamatorias, como el asma.
Sin embargo, los beneficios de los omega 3 no se enmarcan solo en la edad adulta, ya que su consumo durante el embarazo, lactancia y niñez contribuye a la adecuada formación del sistema nervioso, ya que son parte importante de las estructuras neuronales. Es por esto que, según señalan algunos especialistas, estos períodos precisan de un alto aporte de este tipo de ácidos grasos, ya que sus requerimientos para el desarrollo celular son mayores a los de otras etapas de la vida.
La salud de los esquimales...
Hace algunos años, un grupo de científicos observó cómo los esquimales raramente desarrollaban enfermedades cardíacas, aun cuando su dieta a base de pescado era alta en grasas y colesterol. Tras diversos estudios se logró determinar que su diferencia con la población occidental no estaba dada por el consumo total de grasas, sino por la calidad de éstas. Y es que la grasa que consumen los esquimales proviene en forma casi exclusiva de animales marinos (como la ballena, por ejemplo), mientras que en el mundo occidental las grasas que habitualmente se consumen son saturadas y de origen vacuno o porcino.
Esta evidencia dio origen a una serie de investigaciones posteriores que intentaban descubrir cuál era esa sustancia contenida en el pescado que resultaba tan beneficiosa para la salud. Fue así como se llegó a concluir que las propiedades beneficiosas provenían del ácido graso poliinstaurado omega 3, que está presente principalmente en los pescados azules (como el salmón, la sardina, el arenque, el atún, el jurel y la trucha).
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