Los antiguos reconocían en la zanahoria el valor nutritivo y la virtud terapéutica de reforzar la agudeza visual, pero no la apreciaban como verdura.
Las zanahorias son mejores cuando son muy jóvenes. Se consumen crudas, ralladas más o menos finamente, y sazonadas con una vinagreta, o solo con zumo de limón, aceite de oliva, sal y pimienta. Cocidas, las zanahorias se preparan glaseadas, a la crema, a las finas hierbas, a la Vichy, a la jardinera, en puré o en soufflé.
Además, las zanahorias tienen un gran protagonismo en sopas, purés, cremas y fondos de cocción (brunoise, caldo corto). Para su preparación, las zanahorias se pueden cortar de distintas maneras: en rodajas, en bastoncillos, en dados o en juliana.
La zanahoria es una verdura que se presta bien a la esterilización y a la ultracongelación, y que contribuye a mantener una piel sana y un bronceado perfecto. Una de las propiedades de la zanahoria es que refuerza el buen funcionamiento del organismo, ya que contiene grandes cantidades de vitamina A pero, además, su alto contenido en betacaroteno, un antioxidante natural, nos ayuda a lucir y mantener durante más tiempo un bronceado espléndido.
