Ø No solo los niños requieren horarios fijos, también los adultos necesitan unas pautas a seguir. La rutina es necesaria. Sin ella, estriaríamos a merced de los imprevistos, lo que nos causaría una gran inseguridad.
Ø No hay que llegar, sin embargo, al otro extremo. Una vida calculada en exceso, que no deje lugar a la improvisación, puede resultar muy sofocante, hasta el punto de causarnos trastornos psicológicos graves, como la depresión.
Ø La clave está, por lo tanto, en llegar a un término medio. Podemos organizar nuestra vida de forma ordenada, pero procurando dejar la puerta abierta para que, de vez en cuando, podamos sorprendernos a nosotros mismos y a los demás con cosas nuevas e inusuales.
Ø No es fácil improvisar cuando no se está acostumbrado,. Se puede empezar haciendo pequeñas modificaciones a nuestra rutina, como volver a casa desde el trabajo por un camino diferente, cortarse el pelo de una forma distinta, etc. De esta manera, nos resultara más fácil aceptar los cambios.
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