Al igual como ocurre con los adultos, el estreñimiento en los niños se define como la dificultad para eliminar deposiciones, que generalmente va acompañada de una disminución en la frecuencia de evacuación.
Sin embargo, y a pesar de que en ambos grupos hay ciertos factores comunes implicados, en los niños se dan algunas circunstancias específicas que pueden llevar al desarrollo de este trastorno.
En primer lugar, es preciso dejar claro que el estreñimiento no está definido por un número determinado de deposiciones a la semana, sino que más bien tiene relación con lo difícil que resulta para el niño el hecho de evacuar. En efecto, hay menores que tienen un ritmo de evacuación más lento (de dos o tres días, por ejemplo) y que no presentan mayores problemas a la hora de ir al baño. Y si bien existen causas orgánicas que conducen a este trastorno (como malformaciones intestinales), la mayor parte de los casos responde a factores funcionales, dentro de los cuales, la causa principal es el bajo consumo de fibra dietética, presente en alimentos como frutas, verduras, cereales y legumbres, unido a la baja ingesta de líquido (especialmente agua).
Por otra parte, en los niños que están comenzando con el control de esfínteres es habitual observar un cierto temor a sentarse en el baño, lo que los lleva a aguantarse las ganas de evacuar, con el consiguiente efecto que esto tiene en las deposiciones, ya que mientras más se retengan, más se resecan y endurecen; así, se inicia un círculo vicioso, porque el niño evita ir al baño por temor a sufrir mucho dolor.
A medida que los niños crecen van apareciendo también otros factores que tienen que ver con circunstancias más sociales, como por ejemplo, el rechazo a los baños que no son los de la casa, la falta de permiso para salir al baño en una clase de colegio o, simplemente, el no querer interrumpir el juego con los amigos, todo lo cual va entorpeciendo el normal funcionamiento intestinal.
Por lo tanto, a continuación presentamos algunos consejos, que ayudarán a los padres a evitar este trastorno:
• En el caso de los bebés que están lactando, es aconsejable aumentar el número de tomas al día y masajear suavemente su abdomen en el momento del cambio de pañales. Ahora bien, si ya están ingiriendo comidas sólidas, se puede aumentar el consumo de zumos de fruta y agua, y evitar los alimentos astringentes como el plátano y el arroz.
• Si su hijo está en etapa de dejar los pañales, asegúrese de que el baño le quede cómodo y a su altura. Para esto existen en el mercado adaptadores de plástico para el baño y elevadores plásticos para apoyar los pies.
• Enseñe a sus hijos a no aguantarse las ganas de ir al baño, y trate de que ellos mismos lo incorporen como un hábito dentro de su rutina cotidiana.
• Promueva buenos hábitos alimentarios, fomentando el consumo de alimentos saludables y ricos en fibra dietética, como frutas frescas (preferentemente con piel), frutas deshidratadas, verduras, legumbres y cereales integrales.
• Evite que sus hijos consuman comida basura, que es rica en grasas saturadas y azúcar.
• Incentive la práctica de actividad física al aire libre, que favorece un buen funcionamiento intestinal.
• Nunca utilice supositorios, laxantes o enemas sin antes consultar con su pediatra.
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