Hipertensión, diabetes gestacional, sufrimiento fetal y mayores posibilidades de cesárea son sólo algunas de las negativas consecuencias que puede acarrear un embarazo ligado a la obesidad.
Si bien lo indicado es subir de media entre 10 y 12 kilos, muchas mujeres sobrepasan de largo este margen, llegando a ganar 20 ó 30 kilos cuando esperan un hijo.
De acuerdo a algunos especialistas, el principal problema es el cambio en los hábitos alimentarios, ya que hay quienes todavía piensan que durante este período es necesario -o está permitido- comer por dos. Esto lleva a ingerir demasiados alimentos o productos con contenido altamente calórico, con el consiguiente efecto en la forma corporal. Al revés: la alimentación de la embarazada debería ser muy similar a la de cualquier persona, con un leve incremento de las calorías, eso sí, durante el segundo y el tercer trimestre que, en todo caso, no debería ser superior a las 300 kcal (lo que equivale, aproximadamente, a dos porciones de yogurt azucarado).
Pero, ¿cuáles son en concreto los riesgos de la obesidad en el embarazo? Existe una serie de patologías asociadas a un aumento excesivo de peso, como por ejemplo, problemas de tensión arterial (preclampsia), que pueden desencadenar un parto prematuro y bebés de bajo peso al nacer. La diabetes gestacional es otro riesgo implícito, que también puede llevar a partos prematuros, con bebés de más de cuatro kilos pero que todavía no han completado su desarrollo. El sufrimiento fetal y los traumatismos del parto también son más frecuentes, debido a que los partos de madres obesas suelen ser más difíciles y prolongados, y muchas veces acaban en cesárea. Por último, y como un factor adicional, las mujeres que conservan los kilos de más tras el embarazo tienen también mayores posibilidades de desarrollar una depresión posparto, ya que la autoestima puede verse afectada con esta nueva imagen corporal.
¿Cómo prevenir un aumento de peso excesivo?
Llegar al embarazo con el peso adecuado es un factor que contribuye enormemente a evitar la obesidad durante este período, y seguir una dieta adecuada y hacer algo de deporte son los pilares fundamentales de la prevención.
Respecto a la alimentación, las mujeres embarazadas deben consumir abundantes frutas, verduras, cereales y legumbres, ya que aportan vitaminas, minerales y fibra dietética; esta última es muy importante para evitar problemas como el estreñimiento. El consumo de calcio es otro aspecto fundamental y, en este sentido, es recomendable obtenerlo de los productos lácteos, preferiblemente desnatados, que disponen en mayor medida de este mineral. En cuanto a las proteínas, lo ideal es que provengan de las carnes blancas (como pavo, pescado y pollo) y el huevo, todos estos alimentos cocinados al vapor, al horno o a la plancha. Por último, y en lo referente a las grasas, es importante que la embarazada evite las saturadas (de origen animal), y opte por las monoinsaturadas (como el aceite de oliva) y poliinsaturadas (que están en algunos pescados, como el salmón, la sardina y el atún fresco). Éstas son más saludables y beneficiosas para el feto.
¿Cuál es la subida de peso ideal?
No todas las mujeres logran una subida de peso ideal durante el embarazo, y de hecho, lo más aconsejable es que éste se realice de forma gradual, sin picos ni caídas bruscas. En todo caso, las mujeres que inicien su embarazo con 10 ó 20% de sobrepeso recibirán, probablemente, la sugerencia de engordar menos; eso sí, sin descuidar su alimentación.
A continuación presentamos la tasa de aumento de peso recomendada:
Primer trimestre: de 1,4 a 1,8 kilos.
Segundo trimestre: de 5,5 a 6,5 kilos.
Tercer trimestre: de 3,5 a 4,5 kilos.
TOTAL: de 10, 4 a 12, 8 kilos
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